Sí. Tal y como os contaba la semana anterior… eso es lo que todos esperaban del hijo del fundador, que fuese un chico y un scout ‘perfecto’… pero las cosas no siempre salen como uno piensa.
Ya vimos que Peter Baden-Powell había sido un niño con muchos problemas, tanto el plano físico como en el intelectual. Y que las expectativas que su padre había depositado en el chico parecían superar ampliamente sus capacidades.
El viejo Jefe hubiese querido que fuese como él: extrovertido, con talento artístico, amante del deporte… y sobre todo que obtuviese buenas calificaciones en primaria y pudiese entrar en su querido instituto de Charterhouse.
Sin embargo, en la escuela primaria, sus profesores sólo podían reconocer que el niño “lo intentaba”, y que parecía necesitar una gran dosis de autoestima para recuperar el retraso de la infancia. Una y otra vez advirtieron a su padre que no esperase demasiado de él, especialmente en cuanto a los deportes. Aquello seguro que fue un golpe para B-P, quien siempre consideró que la fortaleza física y la resistencia eran componentes muy importantes.
“¿Y qué hizo? Porque cuesta creer que el fundador simplemente se resignara…”
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