Vivimos en un mundo que se caracteriza por su complejidad, en especial en estos tiempos donde la tecnología está en el cénit de la civilización. El escultismo debe redoblar su sencillez en el encuentro con lo cotidiano, con su comunidad, con las comunidades.
Varias veces hemos escuchado en nuestro país, Argentina, que un diario le “marca la agenda al gobierno”, que la Televisión es capaz de generar una enorme campaña de inseguridad como velar la inseguridad real, que a partir de un hecho de corrupción un gobierno pasa a ser todo corrupto, y que otro que rebalsa de actos de corrupción son “errores de carga”.
Si los medios de comunicación tienen tanto poder sobre cada uno de nosotros ¿qué pensar de los jóvenes que viven conectados consumiendo “información” donde ya no importa si es verdadera o no? A eso se lo denominó Posverdad y quiere decir más o menos que no importa si lo que se dice tiene asidero o no en la realidad, sino que es verdadero en tanto despierta emoción, empatía y como tal lo convierte en certidumbre. Quien maneja los medios o las palabras para provocar esa emoción en el otro, es capaz de producir en el otro esa verdad-mentirosa que se vive como cierta.