Hace unas semanas me encontré por la red un montón de artefactos de acampada verdaderamente curiosos y sacados de un artículo de la revista “Boy’s Life” (que es una publicación dirigida a los chicos scouts norteamericanos). Algunos eran verdaderamente ridículos y precisamente en eso radicaba su curiosidad (en este artículo os adjunto las imágenes de algunos para que veáis de lo que hablo).
Pues bien, al leer ese artículo me vino a la cabeza algo que ya he comentado en otras ocasiones. Porque veo a muchos responsables volcados en la utilización de modernos artefactos y nuevas tecnologías en el desarrollo del programa scout como manera de hacerlo más atractivo o llegar más a los chicos.
“¿Y qué? ¿Acaso está mal?”
No, por supuesto que no. Utilizar las posibilidades que nos ofrece la tecnología para vivir la aventura minimizando riesgos o el impacto sobre el medio es muy interesante.
Otra cosa es usarla de modo gratuito.
“¿Gratuito? ¿Qué quieres decir?”
Pues a utilizar artilugios que no aportan nada desde el punto de vista formativo. Pondré un ejemplo para que entendáis a lo que me refiero: los bastones de trekking, que vienen a ser el “palo del caminante” de toda la vida.
“¿Qué pasa con ellos? Sin son estupendos para guardar el equilibrio, minimizar el impacto en articulaciones, etc.”
Pues sí, pero cuando nos compramos un estupendo bastón telescópico de aluminio, que no pesa nada y que se pliega…lo único que hacemos es lanzar el mensaje opuesto a lo que pretendemos. Nosotros no queremos que los chavales solucionen las cosas acercándose a una tienda y pagando. Nosotros pretendemos enseñar recursos, estimular la individualidad, la destreza manual, fomentar el espíritu de grupo, y lo podemos lograr mediante la confección de los clásicos bordones.