Este no es un escrito teórico. Es la reflexión de un padre de un adolescente al que su grupo scout dejó caer. Dicho padre dialogó constructivamente con el jefe de rama, ayudantes y el jefe de grupo durante todo el proceso, respetando la responsabilidad de los dirigentes, señalando lo que consideraba la repetición de los malos haceres que no tenían en cuenta a su hijo, sin tener pretensión de verdad… solo queria que su hijo pueda bien – estar en el escultismo. La respuesta final fue “no es para los scouts, deja de insistir”. Hoy, tres años después, en otro grupo scout al que eligió ir porque se lo respetaba en su forma de ser, está por hacer su pase a Rover… no hubo ni hay presión de la familia para que vaya a los scouts, es un lugar donde el se siente bien, contenido y con amigos… un acto como respuesta a la falta de pregunta de quienes eran responsables de que este chico (y otros) puedan vivir el escultismo.
Hay que tener valentía para preguntarse por qué se van los chicos de los grupos scouts en la adolescencia… y actuar en consecuencia a las respuestas que encontramos
Dejar caer a un niño/adolescente no es lo mismo que el niño/adolescente decida caerse… simplemente porque no es lo mismo soltar que soltarse.
Dejar caer a un niño/adolescente es un acto, no un discurso.
Cuando se deja caer a un niño/adolescente importan poco las palabras del dirigente/educador; es un acto donde el decir verdadero está en huelga constituyéndose un espacio de blablabla carente de sentido y significación.