UNA CIUDAD BAJO TIERRA (Última Parte)
(Una recorrida por la vida en los refugios de Mafeking)
Un rio llamado Rio.
La ciudad de Mafeking es atravesada por un curso de agua que corre de Este a Oeste; un pequeño brazo hídrico que según el biógrafo William Hillcourt era “una corriente incierta, de importancia no mayor en verano que una acequia” El rio ingresaba desde el Oriente por la zona de los hornos de ladrillos, ubicados a unos 1200 metros del sector urbano, y continuaba su trayectoria pasando a unos 300 metros por detrás del centro de la ciudad. Seguía serpenteando en dirección Oeste hasta pasar por debajo de la vía del tren cruzando un puente ferroviario; a unos 800 metros del poblado blanco dividía en dos a la aldea nativa de los Baralong y luego se perdía en su lenta marcha hacia Vryburg.
De acuerdo a la publicación de Jay Jeale “Of Bullet and Boy’s” (De Balas y Muchahchos) -editada en 1999 en forma conjunta por el Museo de Mafeking y la Asociación Scout de Sudáfrica- alrededor de 1852 el Jefe Molema se instaló con doce familias Baralong en la orilla norte del rio y construyeron el primer poblado de chozas circulares con paredes de barro y techos cónicos de paja. De esa época provienen dos nombres originales: ciudad Molema, una de las primeras denominaciones de Mafeking; y Molopo, el nombre del curso de agua.
Más tarde los colonizadores comenzaron a llamar Molopo River (Rio Molopo) a la fuente de agua: produciendo un fenómeno lingüístico conocido como tautopónimo: un topónimo que en el propio nombre repite el accidente geográfico que designa.
Cuando los Baralong nombraron Molopo a la corriente de agua, la estaban llamando “rio” en su lengua tswana; los ingleses y los afrikáners agregaron la palabra “river” (rio) produciendo el singular accidente gramático: un rio llamado Rio.
Radicar un pueblo a la vera de una provisión de agua potable, es una constante que se ha repetido a lo largo de toda la historia de la humanidad. El rio proporciona alimento, trabajo, vías de transporte, riego para la agricultura, y en definitiva prosperidad y progreso.
Mafeking es un clásico ejemplo de una civilización que se benefició de un paso de agua cercano; la modesta corriente abastecía –por ejemplo- incesante materia prima para la fábrica de ladrillos y peces para la pescadería del Sr. Cohen en la Plaza del Mercado.
El Molopo fue un aliado de la ciudad hasta que las imprevisibles e indómitas fuerzas de la naturaleza decidieron despertar su perezoso caudal, convirtiéndolo en un enemigo impensado.

Una vista del Rio Molopo durante el Sitio
Mafeking. Sudáfrica
Martes 5 de diciembre de 1899
En tan solo una hora, el Molopo logró lo que las balas bóers no conseguirían en siete meses: doblegar al Capitán Fitzclarence.
Posiblemente el irlandés Charles Fitzclarence fuera el soldado más valiente de la guarnición de Mafeking. Al inicio de la guerra Baden-Powell lo designó al mando de un escuadrón del Regimiento del Protectorado al que se le encomendaron los ataques más difíciles y riesgosos. Dos veces fue herido en acción y las dos veces continuó combatiendo. El 27 de octubre el Coronel le asignó una misión casi suicida: una acción dentro de las líneas enemigas, en el riñón de las de las trincheras bóers, el audaz capitán salió airoso del desafío y se ganó una bien merecida fama de hombre valiente. Al final del Sitio la Reina lo condecoró con la Cruz de la Victoria, el máximo galardón al valor que otorga el Imperio Británico:.
El 5 de diciembre el joven Capitán estaba apostado con sus hombres en las trincheras sobre la orilla del Molopo, custodiando la zona de la rivera. La violenta tempestad que castigó la ciudad convirtió al tranquilo rio en un torrente embravecido que superó los límites de sus orillas y arrasó con cuanto encontró a su paso. La trinchera de Fitzclarence fue embestida por una correntada y en unos segundos se inundó completamente El oficial sostuvo su posición todo lo posible hasta que el agua lo tapó por completo y la trinchera comenzó a desmoronarse sobre su cabeza; a punto de ahogarse junto a sus hombres, -por primera y única vez- el irlandés abandonó su puesto de defensa.
Para describir el vendaval y la tormenta que se desató sobre Mafeking el primer martes de diciembre, puede comenzarse por analizar algunos números que dejaron registrados los diferentes testigos:
- 6 pies (1.80 metros) fue el nivel de agua dentro la cocina subterránea del hospital
- 10 minutos tardó en llenarse de agua el refugio de las Hermanas e la Caridad
- 7 pies (2.10 metros) de altura fue el nivel que alcanzó el agua dentro de las trincheras de la Policía del Cabo que “debió nadar en una piscina de color café”
- 8 pies (2.40 metros) es la marca de la crecida del Molopo en tan sólo una hora de lluvia.
Sobre las 3 a.m comenzó una lluvia que en pocos minutos se convirtió en un importante aguacero acompañado de un intenso vendaval. En un breve lapso la Plaza del Mercado se transformó en un lago y las calles en ríos.
La apacible superficie del Molopo comenzó a agitarse acicateada por el viento, la lluvia y el torrente de agua barrosa que escurría desde la ciudad. Una hora más tarde el rio se desbordó furiosamente llevándose consigo todos los elementos que encontró a su paso: puentes, árboles, ramas, etc. Un pesado cañón de 7 libras, fue arrastrado y encallado contra el barro
Las dos líneas de cuevas de zorro apostadas en su orilla, rápidamente se llenaron de agua y barro. La Guardia Negra – los Black Watch, el pelotón formado por mestizos del Cabo- y la Policía del Cabo pronto se encontraron nadando dentro de su propias trincheras para intentar salvar sus vidas.
Repentinamente el agua de lluvia que escurría desde la plaza por los caminos, cobró velocidad y se convirtió en una marejada de rápidos remolinos.
Los refugios y trincheras se transformaron en ciénagas.
Se intentó llegar con una carreta hasta el sector de las mujeres y niños, pero el carro fue remolcado por el flujo de escombros y barro, y quedó derivando con la corriente. Del otro lado de la ciudad, las cosas no estaban mejores; el cronista Hamilton fué testigo de la violenta crecida:
“Abajo de la cuesta sobre la que se erige Cañón Kopje llegó la marea creciente, trayendo las tiendas de la fortaleza, las mantas de los hombres, y los cuerpos de los animales que luchaban por hacer frente a la fuerza de la corriente, pero se desvanecieron en pedazos sobre la pared rocosa de la colina.” “… sí Mafeking estaba bajo el agua, las posiciones de tierra alrededor de la ciudad fueron barridas, trincheras y refugios a prueba de bombas fueron ahogados por las corrientes de remolinos, en todas partes había ruina y destrucción y un completo caos reinó hasta que la tormenta pasó”
El Soldado Montado John Ebenezer Rusell King, escribió en una carta a su familia:
“Ha habido una gran cantidad de lluvia aquí en esta temporada, que dura de noviembre a abril. La lluvia caía como sólo puede caer en el trópico …”
Dos horas más tarde, la tormenta había seguido su camino por la sabana, alejándose de Mafeking.
Todos los puestos de defensa estaban anegados, la comida de las bodegas subterráneas inutilizadas, los hombres empapados, maltrechos y sin la posibilidad de cambiar su ropa. La lluvia cesó, pero dejó como testimonio varios riachos de barro que desagotaban desde la plaza principal y al Molopo desbocado.
El poco imaginativo pero elocuente titular del periódico Mafeking Mail del día siguiente resume los hechos de manera unívoca:
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LUVIA, LLUVIA, LLUVIA
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Sin duda el duro golpe al estado de ánimo de los pobladores y soldados no debe haber sido fácil de superar. Los Bóers seguían acechando, incluso en medio de la tormenta descargaron algunos disparos sobre la ciudad.
Como el riesgo de una invasión continuaba vigente, los hombres pasaron la noche cerca de sus inundadas trincheras, mojados, con el único alivio de un ocasional trago del brandy con quinina que el Coronel Baden-Powell ordenó repartir entre la guarnición.
El intrincado sistema de defensa que con laboriosos esfuerzos la ciudad construyó para mantenerse a salvo del fuego enemigo, cayó impotente cuando los atacantes fueron la lluvia y el rio.
Tal vez el mejor resumen de la situación de la ciudad lo proveyó el Sr. Whales, -editor y administrador del periódico local- cuando escribió:
“La tormenta causó más daños a las propiedades, que los que los Bóers lograron con sus asaltos”

Trincheras, carpas de campaña y caballos del Regimiento del Protectorado en la orilla del Molopo
La próxima semana un nuevo capítulo de la vida en Mafeking Sitiada
Este artículo forma parte de la serie El Sitio de Mafeking: viejos temas, nuevos materiales que pueden leer cada viernes en el Blog de La Roca del Consejo. El primer capítulo lo pueden encontrar aquí.
Los impacientes y los curiosos pueden adelantarse a la lectura descargando mis libros de investigación documental sobre el Sitio de Mafeking, disponibles en el Wiki de La Roca:
Mafeking Ciudad Subterránea (Parte 1)
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